
Temperatura y humedad óptimas en interiores: Un enfoque científico
- Olivia Hart
- Salud , Investigación científica
- 26 de abril de 2025
Tabla de contenidos
Temperatura y humedad óptimas en interiores: Un enfoque científico
El clima interior suele ser un tema de debate, desde las discusiones domésticas hasta los entornos profesionales. Algunos abogan por mantener el espacio fresco y húmedo todo el año. Sin embargo, las opiniones y hábitos personales no siempre coinciden con las pruebas científicas.
Investigaciones recientes (fuente) y meta-análisis (meta-análisis) proporcionan una comprensión global de cómo la temperatura y la humedad influyen no sólo en el confort, sino también en la salud, el riesgo de enfermedades y el rendimiento cognitivo.
Analicemos lo que dice la ciencia.
1. Temperatura del aire: Por qué son importantes 22-24 °C
El intervalo de temperaturas de 22-24 °C se considera óptimo para los ambientes interiores, especialmente en climas templados y fríos.
Por encima de 26 °C**: Los estudios indican un aumento de las quejas por fatiga, dificultades de concentración, sentimientos de depresión y un deterioro apreciable de las funciones cognitivas (fuente). La exposición prolongada a tales temperaturas puede mermar la productividad laboral y el bienestar mental.
Por debajo de 18 °C**: Por otra parte, mantener temperaturas interiores inferiores a 18 °C se asocia a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares (fuente) y respiratorias (fuente). Este riesgo se debe a la vasoconstricción, el estrechamiento de los vasos sanguíneos (fuente) que se produce incluso con la inhalación de aire moderadamente frío (fuente).
Por lo tanto, añadir simplemente un jersey no es una solución suficiente; el propio aire inhalado influye en respuestas fisiológicas fundamentales para la salud.
2. Humedad del aire: Equilibrio entre 40-60
Mantener una humedad interior adecuada es tan vital como controlar la temperatura.
Rango óptimo**: La humedad relativa ideal para la mayoría de los espacios interiores se sitúa entre el 40% y el 60% (fuente). Para las personas propensas a las alergias o el asma, se recomienda mantener una humedad cercana al 50% (fuente).
Riesgos de baja humedad**: Cuando la humedad desciende por debajo del 30%, el aclaramiento mucociliar del sistema respiratorio -el mecanismo que atrapa y expulsa patógenos y contaminantes- se ve afectado (fuente). Esto aumenta la vulnerabilidad a las infecciones y provoca síntomas como sequedad ocular, irritación cutánea y fatiga general.
Riesgos por alta humedad: El exceso de humedad en el aire crea un caldo de cultivo para el moho y los ácaros del polvo, dos de los alérgenos de interior más potentes. Las condiciones de humedad excesiva pueden empeorar el asma, las alergias y otras afecciones respiratorias.
3. Transmisión de enfermedades infecciosas: El papel de la humedad
Los niveles de humedad también influyen significativamente en la supervivencia y transmisión de los virus aerotransportados.
En entornos con baja humedad, las gotitas expulsadas al toser, estornudar o hablar se evaporan rápidamente, lo que permite que las partículas víricas permanezcan en el aire durante más tiempo. Esto aumenta el riesgo de transmisión viral, incluso para patógenos como la gripe y el SARS-CoV-2 (fuente).
Una mayor humedad, dentro del rango óptimo, facilita una inactivación más rápida de los virus y favorece que las partículas de aerosol se asienten en el aire más rápidamente, reduciendo la probabilidad de inhalación por otras personas.
Así pues, mantener una humedad adecuada es una forma proactiva de reducir los riesgos infecciosos en interiores.
4. Productividad y función cognitiva
Las condiciones ambientales interiores no sólo afectan a la salud, sino que influyen directamente en el rendimiento mental y la productividad laboral.
Las condiciones óptimas (22-24 °C y 40-60% HR)** se asocian con un funcionamiento cognitivo máximo (fuente). La memoria, la capacidad de atención, la velocidad de pensamiento y los tiempos de reacción son más agudos en esta zona.
Las desviaciones del intervalo óptimo**, ya sea a mayor o menor temperatura y humedad, provocan una disminución apreciable de la concentración, la velocidad de toma de decisiones y la precisión en la resolución de problemas (fuente).
Esta idea es especialmente importante para los espacios de trabajo, los entornos educativos y las oficinas domésticas que pretenden maximizar el rendimiento.
5. Reflexiones finales: Un enfoque racional del clima interior
Aunque la exposición breve al calor o al frío -como el uso de la sauna o la inmersión en agua fría- puede ser beneficiosa para el entrenamiento de la resistencia y la optimización de la salud, el recalentamiento o subcalentamiento crónico de los espacios interiores en aras del ahorro energético es contraproducente (fuente).
Del mismo modo, aspirar a niveles de humedad superiores al 60% es innecesario y potencialmente perjudicial. Los seres humanos evolucionaron para prosperar en entornos con una humedad moderada, no en las condiciones húmedas y propicias para el moho que favorecen los hongos.
Conclusión: Si su objetivo es reforzar su sistema inmunológico, mejorar su claridad mental y sentirse cómodo a diario, mantener una temperatura interior entre 22-24 °C y una humedad entre 40-60% es una base científicamente validada.